Como un ramo pudo reducir la autoestima y crear una crisis vocacional de 26 alumnos con tan sólo dos horas a la semana.
Por Carlos Otondo
Tres niveles de redacción no sirvieron de antesala para poder sufrir los vejámenes de lo que venía contenido en la malla académica de periodismo en la Mistral.
Desde agosto del 2008 el ramo llamado Géneros periodísticos I, cátedra dictada por la profesora y periodista Magdalena Walker, marcó la pauta de los miércoles llegando a una clase donde podía pasar cualquier cosa, alguna forma de evaluación distinta a lo antes visto en los semestres pasados.
Una noticia de la medalla de González en Beiging fue la primera huella. Sin piedad se destruyó la primera nota de varios alumnos que se sentían orgullosos con lo que habían redactado. – Me sentí humillado- Dice Pedro con la voz quebrada cuando recuerda tan traumático momento.
Pero eso sólo fue el principio. Dictados, títulos, leads, más dictados, resúmenes, eran pan de cada día, cada miércoles, en el llamado, por algunos compañeros, el “martirio del miércoles”. Porque aparte de escribir y aprender, estaban en frente notas que no superaban el mínimo para aprobar.
- Mis martes en la noche eran horribles, comenzaba a oscurecer y sabía que en algunas horas debía enfrentar algo inesperado, que superaba mis capacidades- comenta un tímido Juan, que pidió ocultar su apellido por miedo a las evaluaciones.
El ramo seguía su curso y los cuatro comenzaban a aparecer. Una mejora en el curso aparecía de a poco y se entendían esquemas indescifrables en un comienzo.
Desde el desastre que fue reportear en una feria artesanal de Santiago hubo un progreso demostrado por la clase recorriendo diversos lugares, de la capital y, para algunos, el país. Las fondas de fiestas patrias (instando a los alumnos a romper la ley ofreciendo la máxima nota a quien hable con un cobrador de peaje), la plaza de armas de Santiago, una calle a elección.
Este progreso fue aflorando y quedó en manifiesto cuando se permitió, y exigió, redactar una columna de opinión, de hecho testigos comentan el clímax de Géneros periodísticos I cuando la profesora encargó un artículo de su misma clase, con entrevistas entre los mismos alumnos. -Ese día fue súper loco- Comentó un alumno que se hacía llamar el “mártir de Géneros” – le pregunté a mis compañeros y diez comentaron que desde agosto que toman clonazepam para dormir los martes en la noche-.
Los alumnos entonces se deben enfrentar ahora al desafío final, probar que esas entrevistas, redacciones, humillaciones y vejaciones públicas valieron la pena dejando así en claro que son dignos de aprobar el ramo y seguir con la segunda parte, donde sólo Dios sabe lo que depara.